Ablactación
Como ya se comentó en el blog la nutrición infantil es uno de los aspectos que más se debe cuidar. Pero lo difícil está en cómo pasar de la leche materna a otro tipo de alimentos. A esto se le llama ablactación, e decir al periodo de tiempo en que se complementa la leche materna con otros alimentos hasta llegar, paulatinamente, a incorporar al niño en la dieta familiar. En diversas comunidades la ablactación se inicia en edades diferente, pero en general de recomienda introducir alimentos semisólidos a los seis meses cuando hay lactancia materna, o a los cuatro meses cuando se utilizan fórmulas industriales o leche de otros mamíferos.
La introducción de otros alimentos a la dieta del lactante constituye una gran experiencia para el pequeño. ya que va descubriendo nuevos sabores, texturas, colores, etc. Por lo que se debe procurar que no sea de disgusto para el niño.
Se recomienda iniciar la albactación con la introducción de frutas (papaya, banano maduro), luego con verduras amiláceas (camote, papa, cebada) y con carnes, aves y leguminosas (frijol garbanzo, arvejas). Así se va agregando sucesivamente, hasta que aproximadamente al año de edad el niño ya se alimenta del menú familiar.
Las bases fisiológicas a tenerse en cuenta para el inicio de la ablactación en el niño incluyen el desarrollo neuromuscular y del sistema inmunológico y la madurez de la función digestiva y renal.
En el momento del nacimiento ya los reflejos de succión y deglución son maduroz y el niño ejerce en forma coordinada, mientras que el desarrollo neuromuscular requerido para deglutir alimentos semisólidos ofrecidos con cuchara, alcanza su madurez hasta el cuarto a sexto mes de edad. El control neuromuscular de la cabeza empieza a ser adecuado a partir del tercer mes de edad y el control del cuello y tronco después del cuarto mes, lo que permite que el niño se mantenga erguido , facilitando la administración de alimentos semisólidos. Entre los siete y nueve meses de edad se producen movimientos rítmicos de masticación, lo cual es una habilidad esencial necesaria para pasar del destete a la ingesta de alimentos.
La inmadurez del tracto gastrointestinal para el inicio de la alimentación complementaria está relacionado con el escaso desarrollo de algunos sistemas enzimáticos y sobre la absorción de nutrientes. Las glucosidasas entán presentes desde la semana 12 de gestación y su actividad aumenta progresivamente, de tal manera que hacia la semana 32 alcanzan los niveles del adulto. La galactosidasa ya es detectable antes de la semana 24 de gestación, alcanzando su máxima actividad a la semana 40. Contrariamente las amilasas están presentes sólo en un 10 % en el momento de nacimiento, hecho que es de relevancia, ya que son enzimas necesarias para la hidrólisis del almidón presente en cereales y féculas.
La amilasa salival está presente en el recién nacido pero su actividad hidrolítica es baja , aumentando rápidamente a los 3 meses de edad; la amilasa pancreática encargada de el desdoblamiento del almidón está ausente en el momento de nacer y se hace evidente hacia el 4 o 6 mes de vida.
La absorción de grasa en el recién nacido también es ineficiente, por la inmadurez de la función pancreática, que ocasiona bajo nivel de lipasa pancreática y de la función hepática, lo cual conduce a trastornos de la solubilización de los productos de la lipolisis. Sin embargo la lipasa lingual, y la lipasa de la leche humana facilitan la hidrólisis de lípidos en los recién nacidos prematuros y a término.
El recién nacido tiene una función renal apta para la alimentación con leche materna o fórmulas lácteas infantiles, pero inmadura para tolerar una elevada carga de solutos en su alimentación. La función renal avanza aceleradamente su desarrollo, logrando la normalidad al sexto mes de vida; por esto en la medida que avanza su edad, el niño está capacitado para recibir una mayor carga de proteína en la dieta sin que se produzcan cambios significativos en la función del riñón.
En resumen la introducción de alimentos es algo fundamental para el pequeño, y tendrá grandes metas como crear hábitos alimentarios adecuados, suplementar nutrientes que sean insuficientes en la alimentación láctea y estimular el desarrollo psicoemocional del niño.
Referencias:
- Marín Z. Elementos de la nutrición humana. 1ra ed. Cosata Rica: Editorial Universidad estatal a distancia; 1999
- Rojas C, Guerrero R. Nutrición clínica y gastroenterología pediátrica. 1ra ed. Colombia: Editorial Médica Internacional: 1999