domingo, 16 de noviembre de 2014

Insuficiencia renal aguda


La insuficiencia renal aguda es un síndrome caracterizado por el rápido deterioro del filtrado glomerular con aumento de creatinina y productos nitrogenados en sangre e incapacidad para mantener la homeostasis de líquidos, electrolitos y equilibrio ácido-base. 


Actualmente se ha cambiado el nombre de esta entidad por injuria renal aguda (IRA) para enfocar la atención del médico en el reconocimiento temprano de esta patología y así prevenir la insuficiencia, última etapa de la injuria. 

Epidemiología: se desconoce la incidencia precisa de la IRA en pediatría, sin embargo en pacientes críticos hospitalizados alcanza 1 a 5%, (especialmente en pacientes con sepsis y fallo multiorgánico). En neonatos varía entre 8 y 24%. 

Etiología: Puede ser secundaria a una inadecuada perfusión renal, obstrucción vascular arterial o venosa, injuria celular del parénquima renal u obstrucción al flujo urinario. 

Diagnóstico: Se interrogará sobre posibles agentes causales de IRA (drogas, tóxicos), patología renal y/o urológica previa, antecedentes familiares de enfermedad renal (hematuria, sordera, litiasis), balance hídrico (ingesta, diarrea, vómitos, diuresis, pérdidas insensibles aumentadas), registros previos de peso. 


El objetivo es determinar la severidad y la causa de la IRA, así como descartar estar ante un paciente con insuficiencia renal crónica sin diagnóstico previo. La presencia de retraso pondoestatural, signos de osteodistrofia renal y riñones pequeños o asimétricos (por ecografía) son indicativos de cronicidad.

Se valorará: estado de hidratación, diuresis, piel y mucosas, neurológico, palpación abdominal, entre otros. Y como exámenes complementarios se encuentran: hemograma, uremia, creatininemia, ionograma, examen de orina, entre otros.


Tratamiento: Mantenimiento de la volemia y de la tensión arterial. En el niño con hipovolemia y/o injuria de causa tóxica es importante la infusión rápida de solución fisiológica (20 ml/kg) con el fin de mejorar o limitar la hipoperfusión renal, evitando que el daño prerrenal se transforme en parenquimatoso. Mantener adecuada oxigenación y evitar la anemia. Corregir la acidosis metabólica que provoca vasoconstricción capilar con mayor hipoxia. Prevención de infecciones. Minimizar la exposición a sustancias nefrotóxicas. Diagnóstico y tratamiento precoz de los procesos obstructivos renales. La administración de furosemida (1-5 mg/kg en bolos, o 0,1-5 mg/kg/hora en infusión continua) o dopamina (2-4 m g/kg/min) no ha demostrado prevenir o mejorar el pronóstico de la IRA, sin embargo el uso de diuréticos en pacientes oligúricos puede aumentar la diuresis facilitando el manejo clínico de esta patología.




Referencias:
Ferrero F, Ossorio M. Conceptos de pediatría. 4a. ed. Argentina: Corpus Editorial; 2013.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Trasplante hepático en la infancia.


El progreso en las técnicas quirúrgicas y en el tratamiento médico ha conducido a que el trasplante hepático sea en la actualidad una buena alternativa terapéutica para la enfermedad hepática avanzada no susceptible de un tratamiento eficaz menos agresivo.

El trasplante es el tratamiento de elección en hepatopatías progresivas e irreversibles cuando, a pesar del tratamiento médico se considere poco probable una supervivencia mayor a 2 años.

La indicación de trasplante puede basarse en la comprobación de la insuficiencia hepática a través del estudio de parámetros bioquímicos que indican incapacidad de síntesis, como son el descenso en la producción de factores de coagulación, albúmina y colinesterasa, junto con los datos clínicos de descompensación ascítica, hemorragia digestiva o encefalopatía hepática.

En los niños las hepatopatías que más frecuentemente indican el trasplante son las colestasis crónicas en las que la aparición de los parámetros clásicos de insuficiencia hepática ocurren en estadios muy terminales, donde el trasplante puede perder su potencial terapéutico.


En algunas enfermedades metabólicas la indicación de trasplante hepático se realiza en ausencia de datos clínicos o analíticos de hepatopatía evolucionada, para evitar una complicación severa que puede afectar otro órgano. Ejemplos de este grupos son las alteraciones del ciclo de la urea, la hipercolesterolemia, cistinosis, enfermedad de Crigler-Najjar tipo I.

El momento de indicación del trasplante depende del pronóstico y características de cada enfermedad y del tiempo de espera previsible para obtener un órgano adecuado según las características del paciente como son la edad, peso y grupo sanguíneo. 

  • Referencias:


Hernández M. Pediatría. 2da edicion. Madrid: Díaz de Santos; 1994