El progreso en las técnicas quirúrgicas y en el tratamiento médico ha conducido a que el trasplante hepático sea en la actualidad una buena alternativa terapéutica para la enfermedad hepática avanzada no susceptible de un tratamiento eficaz menos agresivo.
El trasplante es el tratamiento de elección en hepatopatías progresivas e irreversibles cuando, a pesar del tratamiento médico se considere poco probable una supervivencia mayor a 2 años.
La indicación de trasplante puede basarse en la comprobación de la insuficiencia hepática a través del estudio de parámetros bioquímicos que indican incapacidad de síntesis, como son el descenso en la producción de factores de coagulación, albúmina y colinesterasa, junto con los datos clínicos de descompensación ascítica, hemorragia digestiva o encefalopatía hepática.
En los niños las hepatopatías que más frecuentemente indican el trasplante son las colestasis crónicas en las que la aparición de los parámetros clásicos de insuficiencia hepática ocurren en estadios muy terminales, donde el trasplante puede perder su potencial terapéutico.
En algunas enfermedades metabólicas la indicación de trasplante hepático se realiza en ausencia de datos clínicos o analíticos de hepatopatía evolucionada, para evitar una complicación severa que puede afectar otro órgano. Ejemplos de este grupos son las alteraciones del ciclo de la urea, la hipercolesterolemia, cistinosis, enfermedad de Crigler-Najjar tipo I.
El momento de indicación del trasplante depende del pronóstico y características de cada enfermedad y del tiempo de espera previsible para obtener un órgano adecuado según las características del paciente como son la edad, peso y grupo sanguíneo.
- Referencias:
Hernández M. Pediatría. 2da edicion. Madrid: Díaz de Santos; 1994
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