viernes, 31 de octubre de 2014


Fracturas en la infancia

A pesar que las fracturas en la infancia suelen manejarse de manera similar a los adultos, deben tenerse en cuenta algunas propiedades de la estructura ósea de los niños que condicionan características especiales en sus fracturas.

• Las fracturas pueden alterar el crecimiento o estimularlo al aumentar el flujo sanguíneo hacia la fisis y epífisis, por lo que puede tolerarse cierto grado de cabalgamiento. Por otro lado, pueden comprometer el crecimiento y producir deformaciones cuando involucren al cartílago de crecimiento (epifisiolisis).

 

• La elasticidad ósea propia del niño produce una fractura característica llamada “en tallo verde”. Por otra parte, su plasticidad y capacidad de remodelación permiten muchas veces aceptar que los fragmentos no estén anatómicamente alineados o presenten cierta angulación.


• La capacidad de recuperación del hueso en el niño es más rápida, por lo que los períodos de inmovilización suelen ser más cortos. Entre las fracturas más frecuentes se encuentra la de clavícula en el recién nacido por trauma obstétrico, la cual habitualmente se resuelve sin complicaciones. Fuera del período neonatal son frecuentes las fracturas del codo (supracondíleas, cuello de radio, epitróclea y cóndilo externo), que pueden requerir tratamiento quirúrgico. Cuando las fracturas en la infancia no respondan a las características habituales o el relato de su ocurrencia sea confuso, deberá sospecharse lesión por violencia o patología subyacente.


Referencias:

Martínez R. Osteopatía y pediatría. 1ra edición. Madrid: Editorial médica panamericana; 2005

viernes, 10 de octubre de 2014



Anemia

Se denomina anemia al descenso de la concentración de hemoglobina sanguínea por debajo de 2 desvíos estándar de los límites considerados normales para edad y sexo. También puede definirse como anemia a la disminución de la masa globular total, que genera un volumen eritroide insuficiente para lograr un aporte de oxígeno adecuado a los tejidos. 

De acuerdo a su etiopatogenia se las puede clasificar en aquellas debidas a una alteración en la producción de glóbulos rojos, a una alteración en la maduración eritrocitaria y/o eritropoyesis inefectiva, a un aumento de la destrucción eritrocitaria o a pérdida sanguínea. 

Para el diagnóstico etiológico de las anemias deberá realizarse una anamnesis detallada. Se interrogará acerca del origen étnico, antecedentes familiares de anemia, ictericia, cálculos biliares o enfermedades hemorragíparas. También se deberá recabar datos sobre antecedentes perinatológicos , historia alimentaria , aportes vitamínicos, enfermedades crónicas subyacentes, enfermedades hemorragíparas, medicaciones recibidas, exposición a tóxicos o agentes infecciosos y antecedentes de transfusiones. La edad del niño en el momento del diagnóstico y al inicio del cuadro, como así también la forma de instalación de los síntomas pueden tener importancia diagnóstica. 

El cuadro clínico habitualmente puede incluir palidez de piel y mucosas, taquicardia, soplo cardíaco funcional, apatía, calambres, irritabilidad y parestesias. En la población pediátrica es importante buscar malformaciones congénitas que pueden asociarse con algunas anemias constitucionales (ej: Anemia de Fanconi). La intensidad de las manifestaciones clínicas variará de acuerdo al tiempo de evolución y a la magnitud de la anemia, pudiendo llegar en casos extremos a presentar signos de descompensación hemodinámica. A lo anterior se agregarán los signos y síntomas particulares de cada etiología (ictericia, esplenomegalia, hepatomegalia, adenopatías, sangrados, etc.). 

Para certificar el diagnóstico de anemia se solicitará inicialmente medición del hematocrito y hemoglobina, índices hematimétricos (volumen corpuscular medio, hemoglobina corpuscular media, concentración de hemoglobina corpuscular media), porcentaje de reticulocitos y extendido (frotis) de sangre periférica para evaluar morfología eritrocitaria. Se completará el estudio con aquellos exámenes complementarios de acuerdo a las características clínicas y al diagnóstico presuntivo (punción de médula ósea, prueba de Coombs, dosajes enzimáticos y hormonales, metabolismo del hierro, etc.). 

El tratamiento variará de acuerdo a la etiología de la anemia, pero en aquellos casos en que exista descompensación hemodinámica o evidencia objetiva de incapacidad asociada para satisfacer la demanda tisular de oxígeno se podrá recurrir a transfusiones de glóbulos rojos desplasmatizados a razón de 10 ml/kg de peso corporal. Las anemias hemolíticas, independientemente de la causa, recibirán ácido fólico en dosis de 1-2 mg/día.


  • Referencias:

Ferrero F, Ossorio M. Conceptos de pediatría. 4a. ed. Argentina: Corpus Editorial; 2013. 

sábado, 4 de octubre de 2014



Cólico intestinal

Los bebés alrededor de las 2 a 4 semanas de vida sufren agudos dolores intestinales. Estos dolores pasan usualmente cuando el bebé tiene 3 meses de edad. El dolor es por lo general atenazante, desgarrante o crispante, hace que el niño se estire o endurezca sus piernas y llore con un llanto penetrante. Su causa es la distencin de la parte baja del abdomen debido a la flatulencia resultante del aire tragado; fermentación intestinal debido al exceso de residuos de carbohidratos y a la constipación; más tarde o más temprano el bebé arroja los flatos y el dolor es parcialmente aliviado. por lo general no hay un aumento en el pulso o temperatura, pero puede haber vómitos.


El dolor cólico debido a la ingestión de aire ocurre con más frecuencia en los niños alimentados con biberón y en los cuales hay negligencia al alimentarlos con una mamila no llena de leche.

En el caso de la fermentación intestinal, los carbohidratos no digeridos en el intestino delgado, producen gas que se almacena en el colon. Los síntomas de la dispepsia intestinal por carbohidratos, como es llamada, son causados por el dioxido de carbono y ácidos acético y butírico producidos por ésta fermentación. En niños mayores ésta es una de las frecuentes causas de cólico.


Uno de los medios para saber si el bebé padece cólico es levantarlo de sus brazos, lo que hará que el niño flexione espasmódicamente los muslos sobre su abdomen. Además la madre puede distinguir entre el grito por hambre y el llanto perturbador del cólico del bebé.









Referencias: 


  • Santwani M. Enfermedades comunes de los niños y su tratamiento. 1ra edición. India:Jain publishers; 2005